Y los juntaron en montones. Esta fue una prueba tristemente convincente para los egipcios de que no se trataba de un engaño, sino de un verdadero milagro; y que los reptiles que les habían atraído milagrosamente eran reales. El ingenioso Calmet opina que la corrupción de estas ranas ocasionó la siguiente plaga de moscas, que supone que pusieron allí sus huevos en abundancia, como para producir los enjambres que se mencionan a continuación. Porque aunque, dice él, estas plagas pueden justamente ser consideradas sobrenaturales en cuanto a la manera en que fueron efectuadas, sin embargo, Dios hizo que la disposición previa de la naturaleza y las segundas causas estuvieran subordinadas a su diseño.

REFLEXIONES.— Transcurridos los siete días de la primera plaga, Dios trae una segunda. Tiene muchas flechas en su carcaj. Pero, 1. Él envía a pedir la liberación de su pueblo, tanto por el bien de Faraón como por el de ellos; porque Dios no se deleita en la muerte del pecador. Agrega amenazas a su súplica, pero en vano. Acto seguido, 2. Se inflige la plaga. Las ranas suben, como un ejército invasor; ningún lugar es libre, ni siquiera sus camas y artesas.

Nota; Cuando Dios persigue la conciencia culpable del pecador, ni siquiera su cama puede darle descanso, ni sus comidas pueden ser tranquilas. 3. Los magos imitan o agravan el juicio. Es un mal poder, del que es mejor estar sin él, sólo para poder hacer daño. 4. El faraón ahora por fin comienza, por un momento, a ceder.

Moisés y Aarón son llamados: les ruega sus oraciones y les promete dejar ir al pueblo. En tiempos de sufrimiento, muchos pedirán la ayuda y las oraciones de aquellos a quienes antes despreciaban. 5. Tenemos la oración de Moisés y el éxito de la misma. Nota; (1.) Si debemos orar por nuestros perseguidores, cuánto más por aquellos que nos dan esperanzas de penitencia. (2.) La oración de fe es maravillosamente eficaz. 6.

La impenitencia del faraón: apenas se respiró, se endureció de nuevo. Como la suya, son la mayoría de las promesas de cama de enfermo, que con la recuperación de la salud se olvidan todas. Ni la paciencia de Dios, ni sus juicios, convertirán para salvación el corazón del pecador, si no se somete a la Gracia Divina. Cuanto más enamorado, más perdonado; el más impenitente.

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