Porque el Señor habló así: En la parte siguiente de este sermón; El profeta expone con qué disposición de ánimo se han de recibir aquellos acontecimientos mundanos que amenazan con la destrucción de la iglesia: renueva, para el consuelo de los piadosos, la gran promesa del Mesías, y denuncia los juicios más penosos, espirituales y temporal, sobre los impíos, incrédulos y profanos. Tenemos, primero, una reprimenda de la disposición depravada e impropia de los hombres carnales y profanos entre los judíos hacia Dios y su providencia, Isaías 8:11 . En segundo lugar; consejo sobre una disposición adecuada para con Dios, un buen juicio de sus caminos y nuestro deber necesario en casos dudosos, Isaías 8:13 . Y, en tercer lugar,una declaración profética del tremendo juicio de Dios, que se manifestaría hacia hombres de cualquier disposición en el tiempo del Mesías; para consolación y salvación de los buenos, aunque pocos, y para destrucción de los malos: Isaías 8:14 al cap.

Isaías 9:7 . Con mano fuerte, en este versículo, se traduce en caldeo, En la fuerza de la profecía: parece referirse a esos éxtasis en los que los profetas fueron raptados con frecuencia. Ver Ezequiel 1:3 y Jeremias 15:17. El profeta observó que su profecía anterior fue recibida por muchos con admiración; prometía seguridad y liberación a la gente, cuando todo parecía desesperado: por lo tanto, cree apropiado explicar la razón por la que había hablado con tanta confianza respecto a estas cosas; y al mismo tiempo establece otros asuntos que se refieren a esta profecía; a saber, que Dios, mientras que el profeta mismo se inclinaba a temer en medio de peligros tan grandes, y comenzaba a vacilar en su mente, lo agarraba con mano fuerte, lo retenía en su oficio y lo persuadía eficazmente para que no temiera que que no era de temer, como un pueblo carnal desprovisto de toda confianza en Dios; que no se deje aterrorizar por el nombre o la realidad de una confederación entre dos reyes asociados, una confederación que despertó tanto terror en la mente de un pueblo incrédulo y temeroso; sino que él debería considerar solamente a Jehová, por cuyo favor o ira había de estimarse el estado de este pueblo. Ver Vitringa.

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