Costumbres abominables: hebreo, estatutos de abominación; por lo cual, dice el Dr. Beaumont, se refieren a prácticas pecaminosas que, a través de la costumbre, se convirtieron en leyes entre ellas. Debe observarse que Dios, que no hace acepción de personas, amenaza a los israelitas con la misma expulsión de la tierra, de la cual los cananeos estaban a punto de ser expulsados, si cometían delitos similares; Levítico 18:28 .

Y así como cometieron tales delitos, también fueron castigados. Ver Jeremias 9:19 . Ezequiel 36:17 . Y de ahí vemos las razones y la necesidad de estas leyes.

REFLEXIONES.— 1. Una de las terribles pruebas de la desesperada corrupción de la naturaleza del hombre es que tales desdichados deberían existir, o que tales prohibiciones deberían ser necesarias. 2. El ofensor debía ser cortado: no solo su cuerpo condenado a muerte, sino su alma y su cuerpo, muy probablemente, a quemaduras eternas. El fuego de la lujuria y el fuego del infierno se encienden el uno para el otro. 3. La nación será destruida donde se cometan tales abominaciones. Ellos mismos van a Canaán, para ser los verdugos de Dios sobre ese pueblo devoto, por estos mismos pecados; y por lo tanto, con tal caso ante ellos, necesitan ser advertidos de no contaminarse con tal maldad; porque si lo hicieran, se hundirían en la misma destrucción. Nota;Nada llena la medida de la culpa de una nación más rápido que estos deseos abominables y antinaturales. 4.

Aquí hay un solemne encargo de guardar las ordenanzas de Dios y evitar estas odiosas costumbres. Nota; El mundo en el que vivimos es como Canaán, y sus costumbres apenas menos detestables. Tenemos que temblar, no sea que nademos con la corriente y perdamos el horror del pecado al contemplar lo común de la práctica; de lo cual nada puede preservarnos tan eficazmente, como una atención constante a la palabra de Dios, y la aplicación diaria de su gracia, para mantenernos alejados de las contaminaciones que hay en el mundo por la lujuria. Y de esta manera encontraremos placeres genuinos para disfrutar, que nos harán odiar los placeres engañosos y destructores del alma del pecado.

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