Levántate, come y bebe. - Parece haber un toque de desprecio en estas palabras. Acab, permaneciendo pasivo todo el tiempo, había descendido al lugar de la matanza en el valle, mirando en silencio, si no indiferente, mientras los sacerdotes, cuyo culto había sancionado abierta o tácitamente, eran asesinados por cientos. Ahora Elías le pidió que subiera a su palacio, dando por sentado que, fresco de esa horrible vista, todavía está listo para festejar y regocijarse por la inminente remoción del juicio, que era lo único que había influido en su naturaleza superficial. El rey va a divertirse, el profeta a rezar.

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