Él comió y bebió, se levantó y se fue. - Estas palabras describen gráficamente la total indiferencia de Esaú hacia los privilegios espirituales de los que se había despojado. No hay arrepentimiento, no hay sentimiento de tristeza por haber prolongado su vida a un costo demasiado alto. Y si Jacob es astuto y mezquino en la ventaja que tomó de su hermano, aun así valoró estos privilegios, y en la secuela tuvo su recompensa y su castigo.

Fue confirmado en posesión de la primogenitura y se convirtió en el progenitor de la raza elegida y del Mesías; pero en adelante su vida estuvo llena de peligros y dificultades. Tuvo que huir de la enemistad de su hermano y fue víctima perpetua del fraude y del engaño más cruel. Pero gradualmente su carácter maduró para siempre. Dejó de ser un Jacob intrigante y mundano, y se convirtió en un Israel, y en su piadosa vejez vemos a un hombre lleno de confianza y fe en Dios, no mundano y altruista, y animado por un sentimiento tierno y amoroso. Purificado de sus primeras enfermedades y con toda su mejor naturaleza fortalecida y santificada por el dolor, se muestra digno de su segundo nombre y se convierte en "un príncipe con Dios".

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad