34. Entonces Jacob dio. Aunque, a primera vista, esta afirmación parece ser fría y superflua, no obstante tiene un gran peso. Porque, en primer lugar, Moisés elogia la piedad del santo Jacob, quien al aspirar a una vida celestial, pudo contener el apetito por la comida. Ciertamente no era un tronco de madera; Al preparar la comida para satisfacer su hambre, agudizaría su apetito. Por lo tanto, necesariamente debe violentarse a sí mismo para soportar su hambre. Pero él nunca habría sido capaz de someter su carne de esta manera, a menos que un deseo espiritual de una vida mejor hubiera florecido dentro de él. Por otro lado, la notable indiferencia de su hermano Esaú se describe enfáticamente en pocas palabras: comió y bebió, se levantó y se fue. ¿Por qué razón se declaran estas cuatro cosas? Verdaderamente, para que sepamos lo que se declara inmediatamente después, que él consideró el beneficio incomparable del cual fue privado como nada.

La denuncia del cautivo lacedemoniano es celebrada por los historiadores. El ejército, que durante mucho tiempo había sufrido un asedio, se rindió al enemigo por falta de agua. Después de haber bebido del río, ¡oh camaradas! (Exclamó), ¡por qué pequeño placer hemos perdido un bien incomparable! Él, hombre miserable, que había saciado su sed, volvió a sus sentidos y lloró por su libertad perdida. Pero Esaú, que había satisfecho su apetito, no consideró que había sacrificado una bendición mucho más valiosa que cien vidas, para comprar una comida que terminaría en media hora. Así, todas las personas profanas están acostumbradas a actuar: alienadas de la vida celestial, no perciben que han perdido nada, hasta que Dios los truena desde el cielo. Mientras disfrutan de sus deseos carnales, arrojan la ira de Dios detrás de ellos; y por lo tanto sucede que avanzan estúpidamente hacia su propia destrucción. Por lo tanto, aprendamos si, en cualquier momento, nosotros, siendo engañados por los atractivos del mundo, nos desviamos del camino correcto, rápidamente para despertarnos de nuestro sueño.

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