No temas, Paul. - Las palabras obviamente vinieron como una respuesta a la oración, impulsadas por el miedo, no por la muerte o el peligro en sí mismos, sino para que el propósito preciado de su corazón se frustrara cuando parecía estar al borde de su realización. Las palabras que siguen implican que su oración no estuvo limitada por sus propios intereses, sino que incluyó a quienes compartían el peligro con él. Nos recuerdan, como por el paralelismo de contraste, las palabras en las que César ordenó al piloto de su barco que no temiera, sino que se entregara al viento, al ver que llevaba "César y la fortuna de César" (Plutarco, de Fortun. Rom. p. 518).

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