Pero guardaron silencio ... Ezequías parece haber ordenado silencio, como si desconfiara de la sabiduría de los embajadores o del efecto que cualquier palabra fortuita pudiera tener sobre la guarnición y el pueblo de Jerusalén. Tal como estaban las cosas, las únicas palabras que habían dicho ( Isaías 36:11 ) habían empeorado las cosas infinitamente.

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