Siete y algunos pececillos. - La semejanza de la respuesta con la que se había dado antes es, al menos, interesante por mostrar cuál era la provisión que habitualmente hacía la compañía ambulante de predicadores para suplir sus necesidades diarias. Los pocos panes de cebada y los pescados secos, esto era todo su abastecimiento, ya que iban de aldea en aldea, o pasaban días y noches en las colinas de Galilea.

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