Tenéis a los pobres siempre con vosotros. - Nuestro Señor trató la objeción de los murmuradores en su propio terreno, como si fuera genuina, y no reprende abiertamente la deshonestidad del principal objetor. Pero la mirada y el tono, y el solemne patetismo de las palabras: "A mí no siempre me tendréis", debieron hacer sentir al Traidor que estaba en presencia de Aquel que leyó los secretos de su corazón.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad