Apartaos de mí. - Después de la noche del dolor llega la mañana de la fe y la confianza revividas, si no de gozo. El poeta puede volverse para dirigirse a sus difamadores con la seguridad de que Dios ha escuchado su oración, que en su agonía derramó, como temía en ese momento, en oídos sordos y poco comprensivos.

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