Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; estando el pecador seguro de la respuesta favorable de Dios a su oración, su queja se convierte en una confianza gozosa; porque el Señor ha oído la voz de mi llanto, y por eso la voz del libre Espíritu de Dios se apodera de él y lo alegra.

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