Entonces entendí que ... - Más bien, consideré su final. El servicio del templo, con sus bendiciones sobre la rectitud y severas advertencias contra la iniquidad, tal como se leían del Libro de la Ley o de uno de los profetas, o se cantaban de algún cántico antiguo, dio el giro necesario a las especulaciones del salmista. Empezó a pensar no en el presente, sino en el futuro; no de las ventajas del pecado, sino de sus consecuencias, pero sí de consecuencias en este mundo, el pensamiento de un más allá no se ha establecido lo suficiente como para tener una fuerza ética.

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