CAPÍTULO VI

Esa noche el rey, al no poder dormir, ordena que le lean las

crónicas del reino; y encuentra allí el registro relativo al descubrimiento de la traición de los dos eunucos, hecho por Mardoqueo, 1, 2.

Pregunta si Mardoqueo había sido recompensado, y se le

dio una respuesta negativa, 3.

En este momento llega Amán, para solicitar el permiso del rey 

para colgar a Mardoqueo; y al preguntársele repentinamente qué

debía hacerse con el hombre al que el rey se complacía en honrar,

(suponiendo que se refería a el mismo), presentó la ceremonia, 4-9.

El rey le ordena que rinda esos honores a Mardoqueo, cosa que él

realiza, para su extrema mortificación, 10, 11.

Informó a su esposa Zeres de estos hechos, quien predijo

su caída, 12-13.

Los eunucos lo llevan a toda prisa al banquete de la reina, 14.

NOTAS SOBRE EL CAP. VI

 

Verso Ester 6:1 . En esa noche no pudo dormir el rey.  El Targum dice que el rey tuvo un sueño, que fue como sigue:-"Y el rey se sentó y vio uno a la semejanza de un hombre que le dijo estas palabras: Amán desea matarte y hacerse rey en tu lugar. He aquí que vendrá a ti de madrugada para pedirte al hombre que te ha librado de la muerte, para matarlo; pero di a Amán: ¿Qué se hará por el hombre cuyo honor desea el rey? Y descubrirás que te pedirá nada menos que las vestiduras reales, la corona regia y el caballo en el que el rey acostumbra a montar".

Los registros de las crónicas. Se puede preguntar: ¿Por qué el rey, en un estado de ánimo tan perturbado, desearía que se le leyera un detalle tan árido como el de las crónicas? Pero la verdad es que, tal como se componían las crónicas entre los persas, no podría haber traído ante él ninguna obra más instructiva y más entretenida, porque todas estaban escritas en verso, y eran generalmente obra de los poetas más eminentes del imperio. Se han escrito de esta manera hasta la actualidad; y el famoso poema épico del mejor poeta persa, Ferdusi, el Homero de la India, no es otra cosa que una colección de crónicas que se remontan desde la creación hasta el reinado de Mohammed Ghezny, a principios del siglo X. Tras treinta años de trabajo, terminó este poema, que contenía ciento veinte mil versos, y lo presentó al sultán Mahmoud, que le había prometido darle un dinar (ocho chelines y seis peniques) por cada verso. El poema se terminó en 984, y se formó a partir de composiciones de naturaleza similar realizadas por poetas anteriores. Este poema cronológico está escrito con toda la armonía, la fuerza y la elegancia de la lengua más bella y armoniosa del universo; y lo que añade mucho a su valor es que tiene pocas palabras árabes, con las que la hermosa lengua persa se cargó, y en mi opinión se corrompió, después de la conquista de la mayor parte de Asia por los mahometanos. Los pedantes del Hindoostán, ya sea que hablen o escriban, en prosa o en verso, afectan esta mezcla de palabras árabes; que, aunque las subyugan a las reglas persas, están produciendo una aspereza en una lengua, que en Ferdusi, fluye profunda y fuerte como un río de aceite sobre todo tipo de canal. Tal fue, supongo, la crónica que se leyó a Asuero, cuando sus distracciones le impidieron dormir, y su agitada mente requirió ese calmante reposo que la suave aunque poderosa mano de la poesía es la única capaz de proporcionar en tales circunstancias. Incluso nuestros rudos antepasados ingleses tuvieron sus crónicas poéticas; y, entre muchas, la crónica de Roberto de Gloucester es una prueba de ello. No necesito añadir que todo lo que es real en Ossian es de la misma complexión.

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