Aquella noche no pudo dormir el rey, y mandó traer el libro de las memorias de las crónicas; y fueron leídas delante del rey.

El rey... mandó traer el libro de memorias de las Crónicas. En las cortes orientales hay escribas u oficiales cuyo deber es llevar un diario de cada suceso digno de mención. Un libro de este tipo, lleno de anécdotas, está lleno de interés; y ha sido costumbre entre los reyes orientales, en todas las épocas, hacer que se les lean con frecuencia los registros del reino. Se recurre a él, no simplemente como un pasatiempo para disipar el tedio de una hora, sino como una fuente de instrucción para el monarca, al repasar los incidentes importantes de su propia vida, así como los de sus antepasados.

Por lo tanto, no había nada raro en que este monarca persa pidiera el diario de la corte. Pero, al no poder dormir en ese momento particular, al ordenar que se le leyera el libro, y al haber dirigido su atención especialmente a los servicios importantes y aún no recompensados ​​de Mardoqueo, la interposición inmediata de La providencia es claramente visible.

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