Versículo Isaías 43:14 . Los caldeos, cuyo grito está en las naves. "Los caldeos exultantes en sus naves". Babilonia gozaba de una situación muy ventajosa tanto desde el punto de vista comercial como naval. Estaba abierta al Golfo Pérsico por el Éufrates, que era navegable por grandes navíos; y estando unida al Tigris por encima de Babilonia por el canal llamado Naharmalca o el Río Real, abastecía a la ciudad con los productos de todo el país al norte de ella, hasta los mares Euxino y Caspio, Herodes i. 194.  Semiramis fue la fundadora de esta parte de la grandeza babilónica. Mejoró la navegación del Éufrates, Herodes i. 184; Estrabón, lib. xvi; y se dice que tenía una flota de tres mil galeras, Huet, Hist. du Commerce, cap. xi. No debemos sorprendernos de que en tiempos posteriores oigamos hablar poco del comercio y el poder naval de Babilonia; porque, después de la toma de la ciudad por Ciro, el Éufrates no sólo se hizo menos apto para la navegación al ser desviado en esa ocasión de su curso y dejar que se extendiera por todo el país; sino que los monarcas persas, que residían en su propio país, para evitar cualquier invasión por mar en esa parte de su imperio, obstruyeron a propósito la navegación de ambos ríos haciendo cataratas en ellos, Estrabón, ib., es decir, levantando presas a través del canal, y haciendo cataratas artificiales en ellos, que ningún barco de cualquier tamaño o fuerza podría remontar. Alejandro comenzó a restaurar la navegación de los ríos demoliendo las cataratas del Tigris hasta Seleucia, Arriano, lib. vii, pero no vivió para terminar sus grandes designios; las del Éufrates aún continuaban. Ammiano, xxiv. 1, los menciona como subsistentes en su época.

Por lo tanto, el profeta podría hablar muy justamente de los caldeos como gloriándose de su poder naval en su tiempo, aunque después no tenían ninguna base para hacer tal jactancia.

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