Verso Mateo 27:8. El campo de sangre...  En vano intentan los malvados ocultarse; Dios los hace instrumentos para descubrir su propia maldad. Judas, al devolver el dinero, y los sacerdotes, al colocarlo, se levantan un monumento eterno: el uno de su traición, los otros de su perfidia, y ambos de la inocencia de Jesucristo. Mientras la política judía continuara, podría decirse: "Este es el campo que se compró al alfarero con el dinero que Judas obtuvo de los sumos sacerdotes por traicionar a su Maestro; el cual, con profunda compunción de espíritu, les devolvió, y ellos compraron este terreno para un lugar de sepultura para los extranjeros: pues como era el precio de la sangre de un inocente, no les pareció oportuno dejarlo reposar en el tesoro del templo donde lo había arrojado el traidor, que después, desesperado, fue a ahorcarse. " ¡Qué prueba permanente debe haber sido esto de la inocencia de Cristo, y de su perfidia!

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