Versículo Salmo 127:3 . He aquí, herencia del Señor son los hijos.  Es decir, a muchos Dios les da hijos en lugar de bienes temporales. A otros muchos les da casas, tierras y miles de oro y plata, y con ellos el vientre que no da a luz; y éstos son su herencia. El pobre tiene de Dios un número de hijos, sin tierras ni dinero; éstos son su herencia; y Dios se muestra su padre, alimentándolos y manteniéndolos por una cadena de providencias milagrosas. ¿Dónde está el pobre que renunciaría a sus seis hijos, con la perspectiva de tener más, por los miles o millones de aquel que es el centro de su propia existencia, y no tiene ni raíz ni rama sino su solitario y desamparado ser sobre la faz de la tierra? Que la familia fructífera, por muy pobre que sea, se tome esto a pecho: "Los hijos son una herencia del Señor, y el fruto del vientre es su recompensa". Y el que los dio los alimentará; porque es un hecho, y la máxima formada en él nunca ha fallado, "Dondequiera que Dios envía bocas, envía carne". "No te quejes", dijo un árabe a su amigo, "porque tu familia es numerosa; sabe que es por ellos que Dios te alimenta".

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