(3) Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

(3) Él consuela a los elegidos con la más segura esperanza de victoria; pero, sin embargo, les enseña que no luchan con su propio poder, sino con la virtud y el poder de Dios.

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