Ahora pues, señor mío, vive el SEÑOR y vive tu alma, que ya que el SEÑOR te ha impedido venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano, ahora deja la tuya enemigos, y los que buscan el mal para mi señor, sean como Nabal.

(i) Es decir, que no debe ser vengado por su enemigo.

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