Esta [es] la (i) ciudad regocijada que habitaba descuidadamente, que decía en su corazón: Yo [soy], y [no hay] nadie fuera de mí: ¡cómo se ha convertido en una desolación, un lugar para que se acuesten las bestias! Todo el que pase junto a ella silbará y meneará la mano.

(i) Es decir, Nínive, que gozándose tanto de su fuerza y ​​prosperidad, debería ser así destruida, y el pueblo de Dios liberado.

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