(6) Y Samuel dijo al pueblo: Jehová es el que hizo avanzar a Moisés y a Aarón, y que hizo subir a vuestros padres de la tierra de Egipto. (7) Ahora pues, quédate quieto, para que yo razone contigo delante del SEÑOR acerca de todas las justicias que el SEÑOR hizo contigo y con tus padres.

Podemos considerar este discurso del profeta como un hermoso ejemplo de predicación antigua. Retoma el tema desde el principio y pinta la mano divina, como Fundadora de toda bendición. Nada puede ser más dulce en nuestro santo evangelio que cuando rastreamos todo el plan de redención, con todas sus eventuales consecuencias felices, hasta su fuente en el amor eterno de Dios; y descubre la gracia gratuita, en su surgimiento del manantial de la misericordia infinita.

Es dulce y preciosa en muchos aspectos. Dulce y precioso, porque manifiesta los propósitos inmutables de Dios en Cristo Jesús. Dulce también, en la seguridad de que una dispensación tan fundada en infinita sabiduría y misericordia, debe haber hecho todas las provisiones adecuadas para ella, en todas sus consecuencias. Y dulce, y precioso también, en el sentido de que todos los eventos futuros de él están igualmente y de forma segura. Piense en esto, lector, cada vez que surjan dudas o recelos en su mente.

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