REFLEXIONES

¡PAUSA, lector! una vez más sobre la triste visión de la historia de Saulo, y como has sido llamado a señalar su progreso en el pecado y la maduración de su mente en la iniquidad; he aquí, en el auto-asesinato, el terrible final de una vida tan malvada. ¡Oh! qué espantoso morir fuera de Cristo, desinteresado en él; anulado de todas las promesas del pacto; no regenerado de corazón, sin lavar en la sangre del Cordero, y sin la ropa de la justicia del Redentor.

Es mejor morir en una zanja que morir por Cristo. La forma de morir no es nada: morir de todos modos, en cualquier lugar, por cualquier medio; solo para morir en Jesús. ¡Señor! Dad al que lee, y al que escribe, la esperanza bienaventurada en nuestra muerte, de que, vivos o moribundos, somos del Señor. ¡Oh! por una parte en la primera resurrección, y luego la segunda muerte no tiene poder.

¡Queridísimo Jesús! tú eres la resurrección y la vida. Bendito Jesús, con tu muerte has vencido a la muerte, de modo que la muerte ahora, por ti, está entre el inventario del tesoro del creyente. Morir a tiempo es ganancia. Señor, da gracia, tanto al escritor como al lector, para que vivamos de tal manera que agreguemos la muerte a nuestra segura cuenta de ganancias; que sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir; todo puede ser nuestro; porque somos de Cristo, y Cristo es de Dios.

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