(18) Entonces Saúl se acercó a Samuel en la puerta y dijo: Te ruego que me digas dónde está la casa del vidente.

Ahora, el Señor, en su providencia, había llevado a Saúl a Samuel, y todos los grandes eventos que esas dos personas tuvieron que realizar juntas, como lo muestra la secuela de su historia, comenzaron de esta manera. Quisiera que el Lector comentara conmigo que, aunque Saúl era tan apuesto en su persona, el gran profeta Samuel era tan pobre y sencillo que Saúl no tenía conciencia de quién era cuando lo abordó. Tal, depende de ello, es el pueblo de Dios en mil diez mil casos en cuanto a cualquier atracción externa. Como su gran cabeza, no hay belleza en las apariencias externas para que las deseemos.

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