REFLEXIONES

Es imposible cerrar nuestra vista de la vida de Asa sin tener la mente ejercitada con pensamientos solemnes sobre una historia tan misteriosa y extraordinaria. El Espíritu Santo ha hecho dos veces que se registre en su historia, que aunque los lugares altos no fueron quitados; sin embargo, el corazón de Asa fue perfecto para con el Señor todos sus días. Por tanto, aunque su fin tardío difirió tan materialmente del principio, sin embargo, se nos induce a tener la esperanza de que una obra de gracia había pasado sobre su alma; y aunque por su rebelión y partida, como un niño obstinado, bajo corrección, fue acostado en la oscuridad; sin embargo, un niño todavía, y misericordiosamente considerado así por su misericordioso Dios y Padre en Cristo.

¡Pero lector! dejando la historia de Asa, que usted y yo nos esforcemos por hacer las mejoras adecuadas y oportunas a partir de ella, que un caso tan solemne y llamativo está sumamente calculado para proponer. Cuando vemos como en su caso, y en el caso de otros, como el apóstol Pablo habla, en cuyos corazones se ha manifestado una obra de gracia, que todavía llevan consigo un cuerpo de pecado, ¡oh! que sirva para enseñarnos con qué cautela y cautela los creyentes en Jesús deben tener su conversación en el mundo.

Si Pablo mismo gimió como consecuencia de esto, y años después de su regeneración declaró que era carnal, vendido al pecado; que el bien que haría, no lo hizo; pero que el mal que él no quiso que lo hiciera. ¡Oh! ¡Piensa, hermano mío, qué masa de pecado es esta parte no renovada de nuestra naturaleza que es el cuerpo, y con qué santos celos debemos velar por él, para que no arrastre el alma de payaso! Con cuánta frecuencia Satanás, uniéndose a los restantes deseos corruptos de nuestra naturaleza, nos invita a Jesús; ¡y en qué innumerables ocasiones encontramos nuestros corazones desviados de todo lo que es verdaderamente precioso, de Jesús, de nuestra felicidad, de su palabra, de su pueblo!

¡Oh! ¡Tú, Santo de Israel! el Señor nuestra justicia! Cuán querido eres para mi alma en este, entre otros mil puntos de vista, en los que veo y siento mi necesidad diaria de ti. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Nadie más que Jesús puede realizar esta obra poderosa, porque todos los ángeles del cielo son incompetentes para tal servicio. Y bendito, bendito por siempre tu amado nombre, en verdad te llamas Jesús, porque salvarás a tu pueblo de sus pecados.

Con tu sangre los redimiste de todos los poderes del infierno y de las tinieblas; y los tienes, y los salvarás de sí mismos y de su propia naturaleza corrupta. ¿Se le quitará la presa al valiente (dice Dios por medio de su siervo el profeta) o se librará al legítimo cautivo? ¡Y lector! Recuerda que todo pecador es un cautivo legítimo, que por el pecado se ha entregado al servicio de Satanás. Pero así, dice el Señor, aun los cautivos de los valientes serán llevados, y la presa de los terribles será librada.

Porque contenderé con los que contienden contigo, y salvaré a tus hijos. Isaías 49:24 . ¡Oh! preciosa, preciosa promesa de un Dios del pacto en Cristo, hecha a la persona de nuestro querido Emanuel; y en él confirmado seguro a toda su simiente.

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