REFLEXIONES

AQUÍ meditaría sobre el estado miserable, arruinado y deshecho de Uzías. Un leproso hasta su tumba. Echa y abandona tanto a Dios como al hombre. Repugnante a la vista de ambos; y vivir y morir universalmente desamparados, sin ayuda y sin reclamar. ¿Y hay Uzías de la hora actual? ¿Alguien considera la sangre del pacto como algo impío, y desprecia al Espíritu de gracia? ¿Cuán desesperadamente perdido para un sentido real de su propio estado por naturaleza? Cuán totalmente inconsciente del valor infinitamente precioso de la sangre de Jesús; cuán miserablemente equivocados en cuanto a su propia inmundicia, corrupción, lujuria y depravación universal.

¡Qué ajenos a ellos mismos, a Jesús, a la necesidad de la obra de Dios sobre el alma, y ​​la absoluta conveniencia de ser lavados de la lepra del pecado en la sangre de Cristo! Bendito, tres veces bendito Dios, quien en misericordia me llevó a ver la preciosidad de la salvación, y como misericordiosamente me guió a buscarla de la manera que el Señor mismo designó. Nunca, bendito Jesús, que mi alma invada tu oficio, sino que se regocije de estar bajo el incensario de tu justicia.

¡Oh! hazme ver que en verdad estoy protegido de la ira venidera, de la lepra de esta vida y de las miserias de otra, siendo hallado en ti y bajo tu precioso sacrificio expiatorio, por el cual has quitado para siempre el pecado y inmundicia de tu pueblo.

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