Nosotros que vivimos en tiempos del evangelio podemos concebir mejor la causa de esta espantosa visita a Uzías al invadir el oficio de los sacerdotes. Como el incienso de la ofrenda tipificó al Señor Jesús, porque nadie más que Jesús puede acercarse a Jehová para interceder y ofrecer sacrificio por los pecados del pueblo; de modo que el acto audaz de ir en sí mismos, con su propia ofrenda, implica un desprecio del camino de salvación que el Señor ha señalado.

¿Y quién, en la hora presente, se encuentra en este terrible estado, sino el hombre que se acerca presuntuosamente en su propia justicia y menosprecia la justicia del Señor Jesucristo? Los tales están bajo esta terrible lepra del alma y viven en una casa separada, sin Dios y sin Cristo en el mundo. ¡Señor! ¡preserva a los hombres de esta peligrosa ilusión!

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