Vea qué bendito problema para la pobreza de la viuda pobre. Había suficiente no solo para pagar al acreedor, sino para vivir tanto para ella como para la casa de lo que quedaba. ¡Y lector! ¿No hay suficiente en Jesús y su preciosa salvación, para responder a todas las demandas de esa ley, cuyas infracciones nos han hecho a ti y a mí insolventes, y también para justificar nuestras almas ante Dios?

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