(16) David, pues, rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. (17) Y levantándose los ancianos de su casa, fueron a él para levantarlo de la tierra; pero él no quiso, ni comió pan con ellos.

Aquí hay otra evidencia de la sinceridad de la mente de David. La humildad del alma por el pecado hace que el alma sea verdaderamente tierna.

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