(3) Y David vino a su casa en Jerusalén; y el rey tomó a las diez mujeres, sus concubinas, que había dejado para cuidar la casa, las puso en custodia y las alimentó, pero no entró a ellas. Fueron, pues, encerrados hasta el día de su muerte, viviendo en la viudez.

Este acto fue sumamente correcto, debido a la conducta incestuosa de Absalón. ¡Pobre de mí! ¡Qué males han surgido de las concupiscencias corruptas de nuestra pobre naturaleza caída!

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad