REFLEXIONES

Todo este capítulo, excepto lo que enseña el primer versículo, sirve para mostrarle al lector y al escritor de qué masa de traición, engaño y maldad está compuesto el corazón humano. ¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí! a qué estado queda reducido el hombre por la caída. ¡Oh! Bendito Jesús, ¿cómo se eleva tu gloriosa obra redentora a nuestra adoración y deleite, en la contemplación de ella? ya que, de no ser por tu amable empresa, toda la humanidad debe haber permanecido para siempre bajo esta masa de culpa y ruina. ¡Bendito sea Dios por Jesucristo!

Antes de descartar nuestra revisión de este capítulo, creo que quiero que el Lector, así como yo, hagamos una pausa una vez más sobre la consideración del pensamiento serio inducido en la contemplación de la larga guerra entre la casa de David y de Saúl: cada uno por sí mismo pregunta a cuál pertenecemos, vistos espiritualmente. Entonces, cuando este punto sea determinado, si felizmente por gracia somos de la casa y linaje de nuestro Todopoderoso David; avancemos un paso más y examinemos si, en las largas contiendas entre la gracia y la corrupción, la naturaleza se debilita cada vez más y nuestra mejor parte se renueva día a día.

¡Lector! puede estar seguro de que un verdadero seguidor de Jesucristo teme por encima de todas las cosas, no sea que al final se le encuentre equivocado en lo que respecta a sí mismo en su estimación del interés en el Señor Jesucristo. ¿Estás realmente, verdaderamente, de todo corazón, dispuesto a saber? Ve ante el trono; preséntate ahora tal como eres para el juicio. - ¿Se apoya en alguna presunta evidencia de lo que supone haber experimentado en tiempos pasados, de la gracia que despierta, convence y convierte; ¿O sus únicas esperanzas están fundadas en las benditas garantías del amor y la fidelidad del pacto de Jehová únicamente aseguradas a los pobres pecadores, en la sangre y la justicia de Jesucristo? Si la última es su experiencia y no la primera; si el yo, con todos sus sentimientos, supuestos agrandamientos, alegrías y los inciertos altibajos del alma, queda fuera de cuenta; y Jesús, el Señor solo, sea exaltado el día en que te presentas para juicio; esto confirmará, en la larga guerra entre la gracia y la corrupción, que la casa de David es cada vez más fuerte; y la de Saúl se debilita cada vez más. ¡Señor Jesus! Yo diría tanto para mí como para el Lector: Examínanos, oh Dios, y conoce nuestros corazones; Pruébenos y conozca nuestros pensamientos; Y ve si hay camino de perversidad en nuestra alma, y ​​condúcenos por el camino eterno.

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