¡Qué sonido tan espantoso hay aquí! Y qué espantoso en esa tierra, esa parroquia, esa gente, esa familia o persona, en la que se cumple. Una hambruna de pan, el sustento común de la vida, es angustiante. Pero, ¿qué es la vida del cuerpo para la vida del alma? Esta amenaza se cumplió en parte cuando la Iglesia fue llevada a Babilonia. ¿Y qué temporada oscura tuvo lugar en las edades posteriores, desde el fin de la profecía hasta la venida de Cristo? Y en nuestra propia tierra antes de la reforma, ¡en qué condición deplorable se encontraba esta isla! ¡Bendito Señor Jesús! Haz que nunca más nuestro candelero sea quitado de su lugar, sino que esa dulce promesa sea nuestra porción: aunque el Señor dé el pan de la adversidad y el agua de la aflicción, nuestros maestros no serán más quitados a un rincón, sino nuestros ojos verán a nuestros maestros, y nuestros oídos oirán una palabra detrás de nosotros; diciendo: Este es el camino, andad por él, cuando gires a la derecha y cuando te deslices a la izquierda.Isaías 30:20

REFLEXIONES

¡LECTOR! mientras leemos las terribles amenazas del Señor a Israel de la antigüedad, de convertir los cánticos del templo en aullidos, y provocar un hambre de la palabra del Señor, más temible que todo el hambre de pan y agua; mientras rastreamos la causa en el desprecio de Israel por los sábados del Señor, ¿es posible, pero debemos temblar, no sea que el llanto de los pecados de nuestro Israel británico traiga los mismos juicios y por las mismas causas? ¿Hubo alguna vez un día como el presente, cuando los días del Señor fueron tan profanados, o la religión pura y santa del Señor Jesús fue tan poco considerada? ¡Bendito Señor! mira con misericordia a nuestra Sion, y toma tu propia causa en tu propia mano omnipotente. Derrama sobre el resto de tu pueblo que queda, en medio de la presente generación adúltera y pecadora, un espíritu de gracia y un espíritu de súplica.

Permíteles venir con llanto y con sincero clamor para que la misericordia del Señor sea preservada para nuestra tierra. Y haz, Señor, como has dicho, y que se cumpla ahora esa dulce promesa, que ahora tanto se necesita. Entonces me volveré al pueblo (tú has dicho) un lenguaje puro, para que todos invoquen el nombre del Señor, para que lo sirvan de común acuerdo; y entonces quitaré de en medio de ti a los que se regocijan en tu soberbia, y no te volverás más altivo a causa de mi santo monte.

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