Ven, amado mío, salgamos al campo; alojemos en las aldeas. (12) Levantémonos temprano a los viñedos; veamos si florece la vid, si aparece la uva tierna, y brotan los granadas: allí te daré mis amores.

La iglesia está siguiendo la dulce verdad que había entregado en el versículo anterior, al presentar en estos una invitación a Cristo. Jesús la había invitado antes a que se levantara y fuera con él. Cantares de los Cantares 2:10 , etc. Y la iglesia ahora a cambio invita a su Señor. Por el campo, algunos han supuesto que se refiere a las Escrituras, respecto a las cuales, si es así, el sentido de la invitación de Cristo a la iglesia de ir en el estudio de la palabra con ella, es que sin su amable instrucción por su Espíritu Santo, no podía leerlos con provecho.

Al hospedarse en las aldeas, se ha pensado, se pretende invitar a Cristo a la comunión privada y al compañerismo de los santos. Y por madrugar a los viñedos, se entiende la congregación pública de los fieles. Y los motivos, o intenciones, inmediatamente expresados ​​por la iglesia, parecen sin dificultad dar apoyo a esta interpretación del pasaje. La iglesia dice, su deseo de que Cristo la acompañe a los campos, se hospede en las aldeas y se levante temprano a los viñedos, es ver cómo florecía la vid y si apareció la uva tierna; es decir, el estado de la familia de Jesús, en medio de las diversas edades, caracteres y diversidades que el Señor había designado entre ellos.

Y allí, en la palabra, en dulce comunión privada y en el culto público, espero (dice la iglesia), decirle a mi Señor cuánto y cuánto lo amo. Lector, déjeme que usted y yo copiemos después de la iglesia en este empleo tan encantador. Donde sea que estemos, sin importar cuán ocupados en la iglesia o en la casa, en el campo o en la ciudad, en casa o en el extranjero, invitemos al Señor Jesús a estar siempre con nosotros, ¡Oh! Señor, si te condescendes en hacer uno entre nosotros, seguramente entonces puedo prometerte como lo hizo la iglesia: Allí te daré mis amores.

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