Yo soy de mi amado y su deseo es para conmigo.

Aquí tenemos, una vez más, la iglesia regocijándose; en la conciencia de que ella es propiedad de Jesús. Y aquí agrega una consideración deliciosa a esa conciencia, que el deseo de su Señor es hacia ella. Y de hecho, de todos los temas de la redención, éste, que es uno de los más elevados, es el más claro y evidente. Si Cristo no hubiera deseado la iglesia, nunca se habría entregado por ella; si no la hubiera deseado, nunca la habría comprado por un precio tan elevado; ni habría soportado la cruz y despreciado la vergüenza, sino por su gloria eterna y un celo por la honra de su Padre en la salvación de ella.

Y, de hecho, en el don del Padre de la iglesia a Cristo, se nos dice que Jehová le concedió el deseo de su corazón y no retendría la petición de sus labios. Salmo 21:2 . ¡Lector! ¡Qué bendición es ver esto y rastrearlo en la historia de la iglesia en general! ¡Y qué bendición, cuando tú y yo podemos rastrear lo mismo en la historia de nuestras propias almas!

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