Qué sublime representación se da aquí, en el compás de un breve verso, de la grandeza de JEHOVÁ. Y qué dulce alivio es para la mente de los fieles, cuando en cualquier momento se ven dominados por la grandeza de la DIOSA, recordar que no solo se nos permite mirar hacia arriba, sino acercarnos, a través de Aquel que es nuestro camino, la verdad y la vida. ¡Bendito JESÚS! ¡Tú, hombre de tu pueblo! que yo a través de ti me acerque en todo tiempo, a un DIOS y PADRE misericordioso en JESÚS. Efesios 2:18 .

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