Es digno de observar la atención que se muestra, en la designación de todo rito religioso, al lugar de la ofrenda. Y la razón es clara. Es JESÚS, como la suma y sustancia de todo lo que se menciona. En él todo servicio tenía su cumplimiento, para él todo apuntaba, y de él derivaba toda la eficacia. ¡Bendito Redentor! ¡Que nunca te pierda de vista en todos los lugares, en todas tus iglesias, en todas tus ordenanzas, en todos tus caminos y obras! ¡Y tú, querido SEÑOR, esté en mi corazón y en el corazón de todo tu pueblo, la esperanza y única esperanza de gloria! Colosenses 1:27 .

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