Hago una pausa en estos versos para señalar la particularidad del rasgo de la bestia, que fue condenada como víctima en esta ocasión; que debe ser uno con el que no se haya trabajado. ¿No es esto típico de quien estaba condenado a que su sangre se derramara como expiatoria, para acabar con las ofensas humanas, tanto las conocidas como las secretas? ¿No descendió el HIJO de DIOS, con quien nada había sido obra de trabajo o pecado, al valle de este nuestro mundo, y no fue tomado por los ancianos y gobernantes del pueblo, crucificado y muerto?

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