Es una observación muy interesante de Moisés, en este versículo, que el pacto del que se habla aquí no se limitó a los días de Abraham o de los Padres; pero que la ley, a la que se refería Moisés, fue toda subsecuente al pacto hecho, o más bien revelado, a Abraham. Una prueba clara, como ha observado Pablo en su comentario al respecto, de que la proclamación del pacto de gracia de DIOS, dado a conocer a Abraham acerca de la redención por el SEÑOR JESÚS, y que el rito de la circuncisión fue designado como señal y sello de la confirmación de la fe, no podía ser invalidada o condicionada por la ley dada en Horeb, que fue cuatrocientos treinta años después.

Una consideración deliciosa para el creyente, que temblaría en el monte Sinaí si no fuera por esto, y ahora se regocija de haber venido al monte Sión. Hebreos 12:18 .

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