Este parece ser otro sermón de la misma cantidad que el anterior. El Señor ordena a Su siervo que continúe su mensaje alarmante, y una y otra vez que clame acerca de la espada de la matanza del Señor. Y el Profeta mismo ha de ser también una señal para el pueblo, y llorar y aullar, y golpearse en el muslo. Se espera que los ministros del Señor, en tiempos de calamidad nacional, se interesen en todos los juicios del Señor; llorar entre el pórtico y el altar; y acudir al Gran Intercesor para perdonar Su herencia. Joel 2:17 .

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