REFLEXIONES

¡LECTOR! Difícilmente es posible leer acerca de los juicios del Señor sobre otras naciones, y de su ternura hacia Israel, sin sorprendernos de todo lo que encontramos con respecto a su misericordia y favor distintivos. Bien podría llamarse pueblo, pueblo que habita solo, y que no debe ser contado entre las naciones. Porque encontramos marcas y evidencias de esta peculiaridad distintiva de los escogidos del Señor en toda la Biblia.

Habitan solos desde el primer momento en que se les nota en la palabra escrita, en el propósito, el consejo y la voluntad de la gracia de Dios el Padre; en el apego de Dios el Hijo a ellos, la consideración por ellos y la unión con ellos; y en Dios el Espíritu Santo los está llevando al conocimiento, amor y gozo de su carácter singular, como no contado entre las naciones. ¡Y lector! cuando se considera la escasez, la pequeñez y la pobreza personal de Israel, y se contrasta su estado con lo que se dice aquí en este capítulo de la grandeza y la gloria terrenal tanto de Egipto como de Asiria, qué asombroso pensamiento despierta de la gloria y la gracia. de un Dios del pacto en Cristo? ¡Lector! busquemos todas las gracias adecuadas para seguir los nombramientos bienaventurados y misericordiosos de nuestro Dios; y como el Israel del Señor habita solo,

¡Precioso Señor Jesús! sea ​​mi porción vivir solo para ti y para tu servicio, para que todos sepan de quién soy y a quién sirvo; para que, redimido de entre los hombres y comprado por precio, glorifique al Señor en mi cuerpo y en mi espíritu, que son de él. Amén.

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