Doy gracias a mi Dios, mencionándome siempre en mis oraciones, (5) Al oír el amor y la fe que tienes para con el Señor Jesús y todos los santos; (6) Para que la comunicación de tu fe sea eficaz mediante el reconocimiento de todo lo bueno que hay en ti en Cristo Jesús. (7) Porque tenemos gran gozo y consuelo en tu amor, porque las entrañas de los santos son refrescadas por ti, hermano.

Es una cosa bendita, cuando encontramos mandados al propiciatorio para bendecir a Dios, por la gracia mostrada a su pueblo, y debería parecer, que Pablo encontró motivos frecuentes para ir allí, para la bendición del Señor en su ministerio. El Apóstol ha dado un testimonio muy honorable del carácter de Filemón. Pero que observe el lector a quién da Pablo toda la gloria. Todo lo bueno en Filemón se atribuye enteramente al Señor Jesús Y aunque Pablo ahora le escribía a este hombre sobre un tema de favor, no lo felicitaría a expensas de la verdad y, a la manera de los tiempos modernos, ensalzaría a la criatura, y animarlo en el valor imaginado, cuando tanto su capacidad para refrescar las entrañas de los santos como su corazón para hacerlo, eran del Señor.

Oh, cuánto sería de desear, que tal fidelidad estuviera en todos los ministros y personas, profesando la piedad. ¿Qué volúmenes, por el contrario, se han impreso y publicado, de agradecimiento a los hombres, donde no se ha hecho mención de Dios?

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