REFLEXIONES

¡Lector! Bendigamos tú y yo a Dios Espíritu por este precioso sermón de su siervo Esteban. Seguramente Dios el Espíritu Santo no habría hecho que se registrara tan completamente (dado que ya tenemos todo el tema contenido en él, en general en las Escrituras antes escritas), si este Maestro Todopoderoso en la Iglesia no hubiera tenido la intención de dulces instrucciones, y que aquí se exponen de manera muy particular.

Por tanto, es nuestra misericordia atenderlos y bendecir al Señor por su gracia al darlos. Y qué luz arroja sobre la historia de Moisés, por el sermón de Esteban, en esa parte de ella (que sin esta información no hubiéramos sabido), de su temprana aprehensión, que el Señor lo usaría, como un instrumento, para la entrega de sus hermanos? Y qué bendita prueba sacamos del sermón de Esteban, además de las otras relaciones que tenemos en las Escrituras, de que fue el Señor Jesús, quien habló a Moisés desde la zarza. ¡Lector! estas son cosas dulces. Que tú y yo aprendamos a valorarlos mucho; y bendecid a Dios Espíritu Santo, habiéndoselo dado por medio de su siervo Esteban.

¡Precioso Señor Jesús! sé eternamente amado y alabado, por la gracia manifestada a tu mártir moribundo, en tal temporada de prueba peculiar. ¡Oh! deja que toda tu Iglesia, de época en época, se reconforte con la dulce seguridad que ofrece un ejemplo tan memorable de tu presencia continua con tu pueblo. ¡Que mi alma, y ​​las almas de todos tus redimidos, aprendan de ello cómo vamos a entregar nuestros espíritus que parten en tu mano Todopoderosa, en la hora de la muerte, como a un Creador fiel!

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