A los veinticuatro días del mes noveno, en el año segundo de Darío, vino la palabra del SEÑOR por medio del profeta Hageo, diciendo: (11) Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley: diciendo: (12) Si alguno lleva carne santa en la falda de su manto, y con su falda toca pan, o potaje, o vino, o aceite, o cualquier carne, ¿será santa? Y los sacerdotes respondieron y dijeron: No.

(13) Entonces dijo Hageo: Si alguno de ellos, inmundo por un cadáver, toca alguno de ellos, ¿será inmundo? Y los sacerdotes respondieron y dijeron: Será inmunda. (14) Entonces respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo, y así es esta nación delante de mí, dice Jehová; y así es toda obra de sus manos; y lo que allí ofrecen, inmundo. (15) Y ahora, te ruego que consideres desde este día en adelante, desde antes de que se pusiera una piedra sobre otra piedra en el templo del SEÑOR: (16) Desde que eran esos días, cuando uno llegaba a un montón de veinte medidas , eran diez: cuando uno vino a la prensa para sacar cincuenta vasijas de la prensa, había veinte.

(17) Te herí con añublo, moho y granizo en todos los trabajos de tus manos; pero no me volvisteis, dice el SEÑOR. (18) Considera ahora desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno, desde el día en que se echaron los cimientos del templo del SEÑOR, considéralo. (19) ¿Está todavía la semilla en el granero? aun no han producido vid, ni higuera, granado, ni olivo; desde hoy os bendeciré.

Este es otro de los sermones de Hageo, y es uno de los más llamativos. Humildemente concibo, por la figura de la impureza de la que se habla aquí, el Señor quiso exponer el estado contaminado y completamente perdido de toda nuestra naturaleza; y que la purificación solo puede ser en Cristo. Los azotes, las explosiones y el moho son expresiones figurativas de los dolores, las desilusiones y los problemas, consecuencia del pecado. Pero, desde el día en que se funda el templo en Cristo, toda la faz de las cosas cambia.

Las bendiciones temporales, espirituales y eternas están con el pueblo del Señor. Cuando Dios el Padre viene a bendecir un alma en redención por medio de su amado Hijo, lo bendice con todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Efesios 1:3 . Teniendo a Cristo como nuestra porción, tenemos todas las cosas en Cristo y con Cristo; una porción para vivir en el tiempo y por toda la eternidad.

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