REFLEXIONES

¡Mi alma! ¿Puedes cantar este cántico evangélico de salvación, que el Señor dijo que debería cantarse en Judá? Seguro que esa nota dulce es tuya. Tú tienes una ciudad fuerte; porque Jesús es tanto el fundamento como sus muros; sí, Jesús es el todo en todo esto; porque sobre toda la gloria, él es la defensa. Jehová tu Dios y Padre ha fundado su Iglesia sobre Jesús, y Jesús es tanto el esposo como el rey de su Chinch, y por su Espíritu Santo ha abierto las puertas a la nación justificada en su justicia para entrar.

Y ciertamente, Señor, él guardó en paz, sí, perfecta paz, mientras estuvo guardado en ti, y por ti, y vivió en ti. ¡Oh! por la gracia de confiar en mi Señor Dios para siempre; porque en mi Señor Dios Jehová está Cristo, la Roca de las Edades.

Y Señor, te ruego que en medio de todas las circunstancias de mi peregrinaje pasajero, de noche o de día, cuando tus juicios están en la tierra, y cuando por tus dulces ordenanzas conduzcas a tu pueblo al disfrute de ti mismo, en cada estado, y bajo cada cambio en mí, mi alma puede desear descansar en ti que eres inmutable; y habiendo amado a los tuyos que están en el mundo, los amas hasta el fin.

¡Oh! sea ​​el lenguaje de mi corazón, que con mi alma te he deseado en la noche, y con mi espíritu dentro de mí te he buscado temprano. Y tú, Señor, llévame a tus aposentos. Dame para ver que en tus compromisos de pacto con mi gloriosa Cabeza estoy a salvo de todo peligro. Todos tus atributos, todas tus promesas, tu palabra y tu juramento, asegúrate de mí la salvación con todas sus bendiciones.

Seguramente, Señor, mientras sea bendecido y redimido en Jesús, bien puedo cantar el cántico de salvación en esta casa de mi peregrinaje, y nadie me detendrá en mis triunfos en Cristo Jesús. Cada día y todo el día cantaré en voz alta: El Señor Jehová es mi fuerza y ​​mi cántico; él también ha llegado a ser mi salvación.

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