Ahora el Señor levanta instrumentos para castigar a sus hijos por sus propios intereses, y, como la calabaza de Jonás, hace brotar un gusano de la raíz. El Señor le había asegurado a su pueblo que si descansaban en su poder, él los protegería. Pero pensaron que un ejército de hombres en bandas sería mejor, y, por lo tanto, como valoraban la fuerza de Egipto más que la seguridad del cielo, deberían encontrar, a su costo, que esa fuerza no les beneficiaría en nada.

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