¡Lector! Te ruego que medites bien sobre las cosas preciosas que se contienen en el seno de esta Escritura; y léalos una y otra vez. ¿Hubo alguna vez promesas más llenas de gracia, incluso en medio de la impiedad más flagrante? ¿Puede haber alguna forma de palabras iguales en cuanto a ternura, para mostrar el amor del Señor a su pueblo? Hace uso de los afectos humanos y se expresa con sentimientos humanos al decir que hará lo que haga, con amor y misericordia, con todo su corazón y con toda su alma.

¿Y quién sino Jesús es este? ¿No son estas palabras peculiarmente suyas? ¡Oh! Queridísimo Señor, qué cariño debe haber en tu corazón hacia tu pueblo, que así tantos años antes, abiertamente tabernáculo en la sustancia de nuestra carne, incluso entonces para condescender a hablar a tus redimidos bajo la expresión de las pasiones humanas.

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