A menudo he encontrado muy provechosa esta amable respuesta del Señor, de su siervo Baruc. ¿Acaso los hijos de Dios, mientras regresan a la casa de su Padre, y conscientes de que están atravesando un desierto, esperarán caminos de terciopelo y, por cierto, la acomodación más fácil? ¡Lector! en un mundo como este, donde las desolaciones están por todas partes, bendigamos a Dios si escapamos de la tormenta. En medio de un naufragio general, consideremos que nuestra suerte se ha beneficiado peculiarmente de que no estamos varados ni abrumados por las olas.

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