(13) Si preparas tu corazón y extiendes tus manos hacia él, (14) Si hay maldad en tu mano, apartala, y no habite maldad en tus tabernáculos. (15) Porque entonces levantarás tu rostro sin mancha; sí, estarás firme, y no temerás: (16) Porque te olvidarás de tu miseria, y la recordarás como aguas que pasan; (17) Y tu edad será más clara que el mediodía; resplandecerás, serás como la mañana.

(18) Y estarás seguro, porque hay esperanza; sí, cavarás alrededor de ti, y descansarás seguro. (19) También te acostarás, y nadie te atemorizará; sí, muchos te harán juicio. (20) Pero los ojos de los impíos se desmayarán, y no escaparán, y su esperanza será como la entrega del espíritu.

Hay muchos buenos consejos en este consejo de Zofar; aunque menos aplicable a Job de lo que pensaba. Job se había confesado pecador; pero no se permitió ser un hipócrita: y este fue el punto de la discordia. Zophor insinúa por su discurso, que pensó que había alguna transacción secreta terrible, de la cual él había sido culpable, conocido solo por el SEÑOR, y la propia conciencia de Job; y, por tanto, le insta a que confiese y se deshaga de ella.

Todo el resto de su discurso se basa en los mismos argumentos, como se le había presionado a Job antes, a saber, que los grandes pecados requerían un gran castigo; y que las calamidades de Job se debieron a esto. De modo que hasta que se llevara a cabo una reforma, no podía esperar ningún alivio: pero cuando ese punto se cumpliera, la misericordia de Dios seguiría.

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