REFLEXIONES

Un tema interesante surge aquí, de la lectura de este capítulo, en la desviación del discurso de Bildad del punto principal en cuestión, por la instrucción que da a los ministros de la palabra y ordenanzas de DIOS, de que siempre tengan en cuenta las necesidades expresas de su pueblo. . Ese tema puede ser muy provechoso en otra temporada, lo que, en un momento de dolor, sería inadecuado e inoportuno. Lo que el Apóstol llama, a tiempo y fuera de tiempo, implica que aquellos que visitan almas en aflicción, como se suponía que habían hecho los tres amigos de Job, deberían adecuar su discurso al alivio de su miseria.

El argumento seco, aunque el tema en sí sea cierto, no mitigará la necesidad de un pobre pecador sediento. ¡Oh! Cuán dulce es ese sermón, que DIOS el ESPÍRITU SANTO encarga al corazón, cuando un alma cansada, cargada y afligida siente aliento para venir a JESÚS y echar toda su carga sobre Él, que es el único que puede sostenerlo. Esto es, en verdad, tener lengua de sabio, cuando un ministro está capacitado para hablar una palabra, a tiempo, al que está cansado.

Pero aquí, precioso JESÚS, como en todos los demás casos de misericordia, así en esto, ¿cómo puede mi alma pensar en la dulzura de los labios del consuelo sin recordar cómo tú, en el día de tu carne, te dedicaste a atar hasta el corazón roto; y, como el buen samaritano, vertiste aceite y vino en las heridas mortales de nuestra naturaleza robada y arruinada. Tú eres en verdad el consuelo mismo de tu pueblo, porque no hay otro; y hablas de los deseos y necesidades tuyos, en todas sus formas multiformes.

Tú eres, como tu Profeta te describió, el resto, con lo que harás descansar al cansado, y tú eres su refrigerio. Sé tú, pues, ahora, oh SEÑOR, en el día de tu poder, el consolador incesante de tu heredad; visita tus almas angustiadas en su aflicción; bondadosamente propones ante ellos súbditos tan dulces y apremiantes, para manifestar tu amor; y pregúntate a ti mismo, oh SEÑOR, bajo ese carácter entrañable: Yo soy el SEÑOR, que te enseña para provecho.

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