(6) He aquí, yo soy conforme a tu deseo en lugar de Dios; yo también soy formado del barro. (7) He aquí, mi terror no te atemorizará, ni mi mano será pesada sobre ti.

Aquí nuevamente Eliú se une a otro motivo para llamar la atención de Job. Job había deseado un mediador; y en Eliú tenía uno que no podía provocar miedo, siendo de la misma forma humana que él. Pero Lector, no debemos perder de vista a Job y todas sus aflicciones personales, para que podamos descubrir mejor y más plenamente los contornos de ese precioso JESÚS, cuyo misericordioso oficio está aquí tan bellamente dibujado.

¿Podemos ver a Eliú saliendo para arbitrar la causa de Job y sus amigos? y nos olvidaremos de Aquel que vino para reparar la brecha mortal del pecado, cuando toda nuestra naturaleza se redujo y se hundió en una miseria infinitamente mayor que la de Job, con todas sus llagas y todos sus dolores, tanto de mente como de cuerpo. ? ¿Podemos leer lo que Eliú dice del ESPÍRITU de DIOS y el soplo del Todopoderoso, y no recordar cómo el Señor JEHOVÁ ungió al SEÑOR JESÚS para predicar el evangelio a los pobres y le dio el ESPÍRITU sin medida? ¿Podemos ver a Eliú diciéndole a Job que había venido un día según su deseo, y así vino, que su terror, siendo su igual, no podía atemorizarlo? y no somos llevados irresistiblemente en pensamiento y mente inmediatamente a llamar a nuestro recuerdo, al siempre bendito, siempre misericordioso JESÚS, quien al llamado de DIOS su PADRE, salió y puso en pie a nuestro glorioso Mediador, en nuestra naturaleza, unido a la DIOSA, para que en él pudiéramos volver de nuevo al SEÑOR, de quien, por el pecado y la rebelión, nos habíamos separado ; y nunca debería haber visto su rostro, nunca podría haberme acercado a él, ¿no había abierto el Hijo de DIOS un camino con su sangre, quien también vive para mantenerlo abierto, para que nos acerquemos a DIOS aquí por gracia, y en el más allá en gloria? ¡Oh! ¿Quién puede leer este pasaje acerca de Eliú, y verlo en el carácter entrañable aquí representado, y no sentir que toda su alma avanza en la extasiada contemplación del SEÑOR JESUCRISTO, como nuestro Mediador que todo prevalece? ¡Dios te salve, santo, bendito y precioso JESÚS! Tú eres en verdad Aquel, Aquel Único, para mediar entre un DIOS ofendido y los pecadores miserables;

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